La antigua Joyería Aladrén, local emblemático de Calle Alfonso, forma parte del patrimonio de la ciudad, que representa Zaragoza y a los zaragozanos. Por lo que, desde los comienzos, la premisa del proyecto es respetar ese patrimonio, devolviendo el local a su estado original de 1885. Para Cronotopos la definición y base del proyecto es hacer lo mínimo. La intención del dueño del local es rehabilitar el local, remontándose al esplendor que tenía en 1885 cuando su tatarabuelo lo construyó y para nosotros ha sido una máxima durante todo el proceso tanto de proyecto como de obra de rehabilitación que ha durado un año.El comienzo del proyecto parte de una exhaustiva investigación del local para poder conocer y realizar un estudio previo de lo que existía originalmente. Recopilamos así: fotografías originales de local, planos originales, artículos de prensa…, con la ayuda de Alberto Sánchez, arquitecto doctorado en patrimonio por la universidad de Berkley que, junto a una decena de otros profesionales, formaron un equipo multidisciplinar.Con estos antecedentes y empapados de la historia del local comenzamos el proyecto. Cabe destacar que el proyecto lo realizamos sin poder entrar al local, lo que nos permitió volar y soñar con el proyecto, sin atender a ciertos condicionantes que tiene un local comercial cuando se ve.Cuando se nos dio acceso, nos encontramos con un local en muy mal estado por el paso del tiempo y por el deficiente mantenimiento. Los procesos de restauración han sido laboriosos y han requerido una extrema delicadeza en las soluciones constructivas. Tanto es así que la obra ha durado ocho meses y de esos ocho meses, siete han sido dedicados a la restauración. El resto ha sido poner nuevos elementos contemporáneos arquitectónicos que son edulcorantes de lo que ya había.En cuanto en el exterior del local los trabajos principales de restauración de fachada han consistido en quitar capas hasta llegar a la original, donde hemos encontrado hasta diez capas de historia 10 CRONOS diferentes. La sala principal, espacio central del Café 1885, cuenta con unos artesonados de escayola en el techo, molduras y elementos decorativos tallados en madera y suelo de mármol. Nuestra intervención principal es lo que comprende el espacio de barra y contrabarra. Además de la vegetación e iluminación que juegan un papel muy importante. La vegetación aparece en fachada, como un filtro entre interior y exterior. La sala principal se ilumina con un led perimetral que enfatiza el artesonado original, las baldas de madera en fachada aparecen retroiluminadas y finalmente la iluminación más importante aparece en la barra con cinco lámparas decorativas y el mármol que conforma la barra retroiluminada.Anexo a la sala principal aparece el antiguo despacho del director de la joyería, espacio más íntimo dentro del espacio central del Café 1885. Este espacio se encontraba en mucho peor estado que la sala principal, donde queríamos devolver el esplendor y brillo original. Como elemento contemporáneo encontramos una gran lámpara central.El tercer espacio es la sala Luis XVI, construida en los años 60, más reciente que la sala principal y el despacho de 1885. La sala cuenta con artesonados de escayola tanto en paredes como en techo, acorde al estilo vienes de la época. El estado de la sala era el más deteriorado del proyecto, por lo que ha habido que restaurarla por completo. Como iluminación se colocan unas lámparas que permiten iluminar puntos singulares del artesonado, una iluminación más teatral con unas lámparas muy contemporáneas configuradas por unos tirantes y pequeños focos móviles. El último espacio es el sótano, donde se encontraban: los aseos, almacén… un espacio residual y desaprovechado en el local. Este espacio se destina a un espacio que forma parte del Café 1885, pero que es un espacio más relajado y distendido. Este espacio del proyecto consta de una bóveda y un ladrillo aragonés, donde el propósito principal es resaltar la tradición constructiva aragonesa. Con un perfil perimetral se consigue iluminar la bóveda hacia arriba y hacia abajo y permitir la posibilidad de colocar obras de arte colgadas de él.La exigencia de colocar unos baños en planta baja, donde todos los espacios están protegidos, nos obliga a colocar los baños en un espacio muy reducido, donde estaba la antigua cocina, a la que se accede por la sala Luis XVI. Esta condición nos supuso un reto y nos brindó la posibilidad de hacer unos baños que conceptualmente muy sencillos, pero materialmente muy valioso: cuarcita en el suelo, espejos envejecidos, mármol retroiluminado. Finalmente, el último retro de este proyecto es la escalera; Fue realmente complejo encontrar una solución geométrica que cumpliera con la normativa actual en materia de accesibilidad teniendo en cuenta que no podíamos redimensionar el hueco existente. La escalera se convierte en una gran escultura, láminas de acero que se van plegando unas sobre otras y que configuran un recorrido que, recorrido, te va descubriendo y dirigiendo a diferentes perspectivas hasta llegar finalmente al espacio del sótano.