En el valle de Allín en Navarra, se sitúa el pueblo de Amillano, muy cerca de Estella. En él, una familia compró un terreno hace mucho tiempo, antes de la crisis del 2008. Pero no les fue posible realizar sus sueños hasta el año pasado. El lugar está rodeado por dos sierras importantes, la de Lóquiz al sur-oeste y las de Andía y Urbasa al norte.La propuesta contempla abrirse al paisaje, con vistas al entorno montañoso, puesto que la parcela está en un enclave privilegiado en un entorno de reparcelación nueva. Se entendió desde el principio el proyecto como base de un volumen aislado y puro. El edificio resultante se perfora con los huecos necesarios: las ventanas. La casa pretende, desde tu traza rectangular y su materialidad con el mortero de cal, quedar relacionada con la dimensión del lugar, apenas una piedra sencilla en el inmenso verde.El proyecto tiene la intención de recoger los principios Passivhaus y adecuarlo a la construcción mediante la explotación de todos los recursos energéticos posibles y ser lo más autosuficiente posible. La fachada principal está orientada al sur, para que la vivienda sea lo más transparente posible, aprovechando las vistas lejanas del entorno para situar salones y habitaciones y favorecer la ventilación cruzada.“No basta con tener certificación energética. Basta con que el entorno de un edificio se perciba, se sienta y se use como amigable, fraterno, produzca sombra, produzca belleza”.Solano Benítez
